CUARENTENA EN SIERRA GRANDE-
PROVINCIA de RÍO NEGRO- ARGENTINA- Por Ada Ortiz Ochoa (Beatriz Ortiz, en Facebook)
Primera imagen. Mi mamá Baldomera de Ortiz , en el patio de su casa de Río Cuarto. La acompaña mi hijo Osvaldo Placci, que estuvo con ellos cuando yo vine a radicarme en el sur. Larga historia.
Segunda imagen: Estoy con 15 años, con dos de las cuatro amigas inseparables que fuimos desde que comenzamos la Primaria en el Colegio Nuestra Señora del Carmen, de Río Cuarto. Estuvimos juntas también en la Secundaria hasta que nos recibimos de Maestras en el Año 1952. Este Colegio Privado de Religiosa, brinda una educación excelente. Tiene una larga trayectoria en la formación de Docentes. Aunque en Facebook, argumentan que "no existe" ese establecimiento tradicional.
Tercera imagen- Mis queridos padres, con mi hijo Osvaldo.
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Tengo 87 años de edad, ya tengo edad para haber visto muchas epidemias, contagiosas y lo que venga. Hubo etapas de tos convulsa, de sarampìón, de viruela común y de viruela negra, que es más peligrosa, todo en tiempos de mi niñez.
En esos tiempos, sin TV, sin la popularidad de la radio, ya que era un recurso al que no todos podían acceder. Mis padres tenían la primera radio que hubo en su barrio de la Estación de Ferrocarril, relato reiteradamente repetido, porque antes todo era transmitido en familia por la Tradición oral y éramos tan buenos receptores que no olvidábamos lo que escuchábamos. Esto se perdió, cada adelanto moderno quitó presencia de los padres y abuelos en los memoriosos comentarios.
Una crece y las enfermedades quedan, pero aparecen otras nuevas, siempre hay otras. Quizás sea que antes no había muchos médicos, uno por localidad ya era un lujo. Tampoco la medicina había avanzado y eran los remedios caseros de nuestras abuelas los que curaban, o no.
Por comentarios de las abuelas, nos enteramos que años atrás en Río Cuarto, mi lugar de origen, hubo una grave epidemia de viruela negra. Quizás haya sido en varios lugares, pero mi mente infantil recuerda solamente lo escuchado de los abuelos. Murió muchísima gente y no había medios para evitarlo. Cada vez más atroz la cantidad de contagios, que por último ya no esperaban que nadie avisara de tener un contagiado en su casa. ¡No!
Pasaban en un tipo de carreta, donde llevaban cadáveres que habían recogido, y entraban a cada casa a revisar. Si había alguien grave lo llevaban, porque con seguridad pronto estaría muerto.
Muchas familias escondían a sus enfermos, para que no se los llevaran.
Con pocos medios de Prevención de la salud, fue un terrible desastre.
Trataré de contar un poco cada día, por regalo de Dios, tengo una memoria fresca que no olvida ni lo escuchado, ni lo leído y por supuesto lo que me ha ocurrido.
